20 de julio de 2009

I cannot see his color

Admito que jamás sintió algo de verdad por mí. Ambos lo sabíamos, pero ella me tenía tan absorto que creo que yo era incapaz de hacer algo para mantener mi dignidad. Era eso, y el hecho de que estuviera profundamente convencido de que jamás podría dejarla. Por muy mal que fueran las cosas. La necesitaba. Llegados a cierto punto, logré admitir que la nuestra no era una relación de amor, ni de odio, ni de indiferencia, ni de afecto, ni siquiera de tolerancia. Era una relación de pura y simple dependencia. Dependencia, claro está, que sentía yo hacia ella, y no viceversa. Creo que he dejado claro el mensaje. Un día comprendí que no podía soportar durante más tiempo aquella situación, y decidí hacer algo al respecto...

Vale, tengo que decir que no la dejé yo, fue ella la que me abandonó para marcharse con un músico de jazz bohemio y seductor, de esos que tienen la voz pastosa y las manos suaves.

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