6 de mayo de 2009

Moonlight Sonata

Y mientras hundía la cara en su pecho, se dio cuenta de que ya no le importaba nada. Ni el tiempo, ni su aspecto, ni lo que pudiera pensar de ella. Sólo necesitaba llorar. Y sus débiles y minúsculos puños agarraban desesperanzadamente la camiseta de él, y a veces ella jadeaba entrecortadamente. Y notaba una de sus manos en su pelo, y sentía que no existía nada, nada... Y eran tantas las lágrimas que la ahogaban, tantas que le dolían los ojos, tantas que pudo haber muerto deshidratada. Pero le daba igual.

Lo que él nunca supo es que con ese llanto liberó muchas cosas, además de las lágrimas.