21 de abril de 2009

The Swan of Tuonela, Op. 22, No. 3

Cosas como esta son las que hacen que me inspire (y me exhale). Sólo necesito esa chispa, la justa para alumbrar lo suficiente y ver lo que hay. Como decía aquella lejana amiga mía, bajo la luz adecuada todo es mejor.

¿Y ahora qué, eh? ¿Qué?

Hedonismo es el deseo de placer, eso según la mayoría de fuentes. Pero a mí me gustaba más la definición de cierto libro, que decía que el hedonismo consiste en no hacerse ilusiones con nada, no darse esperanzas, no creer en un "quizás"... para no sentir el dolor de la desilusión, de la desesperanza, del "de ningún modo". El problema radica en que es muy difícil no hacerse ilusiones con nada. De hecho en esos casos es prácticamente imposible y contradictorio.

Y sueña, y salta, y ríe, y corre. Y él va de su mano.

¿Y ahora qué...?

¿Que quiere más? Le daré mentiras, risas. La alimentaré a base de hipocresía y superficialidad (palabrejas mal folladas).

Y entonces ella me girará la cara, pero ella nunca sabrá nada. Y no lo sabe, y cree que sí. Y lo tiene delante de sus ojos, y no hace nada.

Y sigue sentada en la silla metálica, iluminada por un sólo foco, con los ojos vendados y unos labios ajenos peligrosamente cerca de los suyos.

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