26 de junio de 2012

Dignity

Segunda parte de Placenta. Si no os habéis leído la primera difícilmente entenderéis de qué va todo esto, así que si no lo habéis hecho la podéis encontrar aquí. Si queréis, vaya.

Por cierto, el título del relato parece estar en castellano, pero en realidad está en catalán y se pronuncia [plasnta]. El título viene de una canción de Maria Coma:


 La canción en sí no tiene relación con el relato, lo que pasa es que la escuchaba contínuamente mientras escribía, y tiene justo la atmósfera misteriosa y siniestra que pretendo que tenga el relato. Supongo que si se escucha mientras se lee, ayuda.

En fin, que me critiquéis y todo eso. Y que se me dan fatal las descripciones, eso ya lo sé.

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Placenta (II)

Abro los ojos repentinamente.

«Nunca te mires a un espejo. Hay gente que no ha vuelto a despertarse, Emma...»

No puedo reprimir un grito. Vocifero. Vacío los pulmones.

La imagen que me devuelve el espejo de pared es terrorífica. No me reconozco en ninguno de los rasgos de la niña que hay frente a mí. Es pequeña y está esquelética. Tiene unos cuantos mechones de pelo negro repartidos por la cabeza, arbitraria y desordenadamente. Está desnuda, y se agarra la cara con ambas manos. Su piel es rugosa y de color grisáceo, como si fuera de piedra. Tiene el rostro descompuesto, desfigurado en una mueca grotesca, y la boca abierta, tan abierta que se diría que tiene mandíbula desencajada... Está gritando tanto como yo, pero no emite ningún sonido. ¿Y sus ojos? No tiene. Sólo las cuencas vacías, colmadas de sombras. Aun así, estoy segura de que me está mirando...

No puedo parar de gritar. Lo hago hasta que me quedo sin aire y sólo puedo respirar con fuerza, jadear y notar cómo el sudor frío resbala por mi sien. Corro de nuevo a la cama, me siento con la cara entre las piernas y me agarro la cabeza. Mientras intento acompasar de nuevo mi respiración, me digo a mí misma que no ha sido para tanto. Me he dado un buen susto, pero he conseguido escapar. Irma estaba exagerando.

Alzo la cabeza, algo más calmada, pero al hacerlo veo algo que me hiela la sangre. La niña ha salido del espejo y está justo enfrente de mí, gritando sin gritar y mirándome sin mirarme. Vuelvo a tener miedo... y ya no es por la niña y lo siniestra que me parece, sino porque me acabo de dar cuenta de que he dejado de controlar mi sueño. No quiero que esté aquí. Cierro los ojos e intento concentrarme en hacerla desaparecer. Los abro de nuevo, pero no da resultado. ¿Qué está pasando?

Esto no debería funcionar así... Irma no me había explicado nada de esto... De acuerdo, no me esperaba para nada que al mirarme en el espejo éste me devolviera una imagen tan aterradora, pero en el fondo creía que si esto pasaba no iba a ser nada, sólo un susto momentáneo. Yo esperaba que la niña desapareciera justo después de verla en el espejo. Como en las películas de miedo. La música se vuelve más densa y acelera para anticipar al público que algo horrible se avecina, la protagonista se enfrenta a una imagen macabra, grita, la audiencia se asusta, y acto seguido la imagen desaparece. El miedo dura un segundo, y luego la película continúa. Pero esto no es una puta película. No hay música de fondo, no hay espectadores, y la niña macabra no desaparece de mi vista por más que me asusto y grito.

Vuelvo a enterrar la cabeza entre las piernas y me mezo suavemente hacia delante y hacia atrás, respirando hondo y gimoteando en voz baja. Siento su presencia. Noto sus cuencas vacías clavándose en mi espalda, en mi nuca. Se me eriza el vello del cuerpo entero. Tal vez si me tranquilizo y espero un rato retomaré el control de mi sueño y podré abrir la ventana y echarme a volar...

Pero no funciona. No funciona, joder. Sigue delante de mí, y por más que la miro no me acostumbro a su mueca. De hecho, cada vez me asusta más. Empiezo a desesperarme. Ya no sé qué hacer...

De repente, una idea brillante. Si no puedo hacerla desaparecer de mi sueño, me despertaré y asunto resuelto. Eso es. Fácil y rápido.

«Es muy común que un sueño lúcido termine antes de lo que quisieras, y es inevitable, por más experiencia y control que tengas. Sin embargo, si en cualquier momento sientes que tu sueño no está yendo tal y como debería, puedes intentar cerrar los ojos con fuerza y abrirlos al cabo de unos segundos, mientras repites para ti misma alguna frase del tipo “se está mejor en casa que en ningún sitio”. Puede que te lleve unos cuantos intentos, pero al final abrirás los ojos de verdad y despertarás de tu sueño. Eso debería bastar.»

Lo intento. Lo intento varias veces. Lo intento durante por lo menos diez minutos, y cada una de las veces que abro los ojos con fuerza ella sigue ahí. No puedo más. Empiezo a llorar. Estoy exhausta. Me dejo caer sobre la cama, y justo antes de rendirme al cansancio un último pensamiento fugaz cruza mi mente: ¿puede uno dormirse estando dentro de un sueño...?

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