A veces me entran ganas de abrirme en canal, de coger un cuchillo bien afilado y practicar un corte limpio desde la garganta hasta el ombligo. Y a partir de entonces, volcar todo lo que hay en mi interior en un papel. Y a partir de ahí, mostrar todo lo que tengo dentro.
Pero parece que sólo soy capaz de arrancarme una pielecita de la cutícula del dedo, y que me salgan un par de gotas de sangre que ni interesan a nadie, ni representan la más mínima parte de mi vida interior.
Y al final se queda todo en un ligero rocío de sangre como éste.
No podría sentirme más frustrada.
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