Hoy el gran inquisidor vino a mi habitación. Pero yo, en cuanto oí sus pasos desde lejos, me escondí debajo de la silla. Él, al ver que no estaba empezó a llamarme. Al principio gritó:
-¡Poprischew!
Yo permanecí callado.
Después dijo:
-¡Aksanti Ivanovich, consejero titular, noble!
Pero yo permanecía callado.
-¡Fernando VIII, rey de España!
Yo quise sacar la cabeza, pero pensé: "No, amigo, ya no me engañas. Otra vez me vas a echar agua fría sobre la cabeza".
(Diario de un loco, de Nikolai Gogol)
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